Como no podía ser de otra manera aquí está mi breve aportación en recuerdo de ese gran escritor y persona que fue Román Ledo, cinco años después de su desaparición. En esta ocasión os transcribo un capitulo de mi nuevo libro "Tierra Terriblas" (recién aparecido), en el que -como no podía ser de otra manera- aparece el recuerdo de Román. "Tierra Terriblas" es una tierra imaginaria que todos habitamos en nuestro pensamiento y ya lo tenéis disponible en las librerías (Editorial Certeza, colección Cantela). Este capítulo se titula "Ejercicio quimérico":
"Si me dijesen que José Antonio Román Ledo ha existido no hablaríamos de meras imaginaciones, hablaríamos de una realidad. Alguien me habló una vez de él en la parada del autobús, esperando recorrer el camino del pensamiento que nos lleva a los grandes autores literarios. Ese alguien me comentó durante el trayecto que José Antonio Román Ledo fue uno de los escritores más imaginativos, surrealistas y geniales de la última hornada de plumas aragonesas; un escritor calificado de raro por los críticos literarios nacionales más avezados.
San Jorge nada sabía de la existencia del tal Román Ledo, tampoco de Cervantes, ni de Shakespeare, pero fatal coincidencia, todos estos escritores fallecieron el mismo día. San Jorge quizá ni se entere, ni se haya enterado, pero los libros, que celebran su día a la par del Santo, sí.
Los libros han sufrido esas pérdidas, como cuando unos hijos pierden a sus padres las letras han perdido a algunos de sus máximos exponentes ese día.
Mi interlocutor prosiguió con sus comentarios “¿Que no conoce a José Antonio Román? Román Ledo era un fabro de las palabras, la antítesis del escritor comercial y vulgar que sólo sobrevive a costa de su prostitución literaria, Román Ledo era el escritor total. Surrealismo tamizado de sonrisas bañadas de geniales ocurrencias, ironía a toneladas, por doquier… y grandes, grandísimas obras. Parajes de un Moncayo mágico, pedaleando con la serpiente multicolor, conociendo a Julio Alejandro, disfrutando de unas gaseosas de papel, saboreando un yogur griego… y tantas obras que delimitan ese territorio imaginativo de Román.
José Antonio Román era un Arconada literario, seguro en la prosa, efectivo con las historias, espectacular en los cuentos e impresionante en el manejo del vocabulario. Además, como el mítico portero donostiarra, de los que militan siempre en el equipo de sus amores; en este caso en el de la literatura bien elaborada para algunos equipo menor pero que él se preocupó de engrandecerlo con sus obras sin advertirse de la fama ni el dinero, sino simplemente de la labor importante de una literatura correcta, elegante e imaginativa que desarrolla un escritor con sus creaciones.”
Abrumado por la charla me quedo. Está claro, José Antonio Román era un escritor reconocido por sus propios colegas y por los propios críticos literarios, pero seguramente desconocido para el gran público. Casi siempre falla alguno de los exponentes del triángulo literario, colegas, crítica o público.
Antes, había citado el viajero ese presente irreal pero definitorio porque Román vive. Como iréis comprobando más adelante a lo largo de este libro en Tierra Terriblas se suceden cualquier tipo de hechos inéditos, los habitantes de la misma somos capaces de realizar esos ejercicios quiméricos que nos devuelven a personas y obras con una efectividad real y sincera, con nuevos puntos de vista y siempre recordando la grandeza de las personas que habitan esta Tierra y sus pensamientos. "
"Si me dijesen que José Antonio Román Ledo ha existido no hablaríamos de meras imaginaciones, hablaríamos de una realidad. Alguien me habló una vez de él en la parada del autobús, esperando recorrer el camino del pensamiento que nos lleva a los grandes autores literarios. Ese alguien me comentó durante el trayecto que José Antonio Román Ledo fue uno de los escritores más imaginativos, surrealistas y geniales de la última hornada de plumas aragonesas; un escritor calificado de raro por los críticos literarios nacionales más avezados.
San Jorge nada sabía de la existencia del tal Román Ledo, tampoco de Cervantes, ni de Shakespeare, pero fatal coincidencia, todos estos escritores fallecieron el mismo día. San Jorge quizá ni se entere, ni se haya enterado, pero los libros, que celebran su día a la par del Santo, sí.
Los libros han sufrido esas pérdidas, como cuando unos hijos pierden a sus padres las letras han perdido a algunos de sus máximos exponentes ese día.
Mi interlocutor prosiguió con sus comentarios “¿Que no conoce a José Antonio Román? Román Ledo era un fabro de las palabras, la antítesis del escritor comercial y vulgar que sólo sobrevive a costa de su prostitución literaria, Román Ledo era el escritor total. Surrealismo tamizado de sonrisas bañadas de geniales ocurrencias, ironía a toneladas, por doquier… y grandes, grandísimas obras. Parajes de un Moncayo mágico, pedaleando con la serpiente multicolor, conociendo a Julio Alejandro, disfrutando de unas gaseosas de papel, saboreando un yogur griego… y tantas obras que delimitan ese territorio imaginativo de Román.
José Antonio Román era un Arconada literario, seguro en la prosa, efectivo con las historias, espectacular en los cuentos e impresionante en el manejo del vocabulario. Además, como el mítico portero donostiarra, de los que militan siempre en el equipo de sus amores; en este caso en el de la literatura bien elaborada para algunos equipo menor pero que él se preocupó de engrandecerlo con sus obras sin advertirse de la fama ni el dinero, sino simplemente de la labor importante de una literatura correcta, elegante e imaginativa que desarrolla un escritor con sus creaciones.”
Abrumado por la charla me quedo. Está claro, José Antonio Román era un escritor reconocido por sus propios colegas y por los propios críticos literarios, pero seguramente desconocido para el gran público. Casi siempre falla alguno de los exponentes del triángulo literario, colegas, crítica o público.
Antes, había citado el viajero ese presente irreal pero definitorio porque Román vive. Como iréis comprobando más adelante a lo largo de este libro en Tierra Terriblas se suceden cualquier tipo de hechos inéditos, los habitantes de la misma somos capaces de realizar esos ejercicios quiméricos que nos devuelven a personas y obras con una efectividad real y sincera, con nuevos puntos de vista y siempre recordando la grandeza de las personas que habitan esta Tierra y sus pensamientos. "
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